Su margarita estaba hecha de bolas de billar, por eso, en vez de pétalos blancos, tenía números y colores.
Al caer la noche la Luna lo atrapó torturándola, arrancando poco a poco las tiras negras, las rojas, las amarillas…
El Sol lo despertó en el piso rodeado de pétalos desmembrados. Nunca se supo si logró obtener su respuesta.
Si los cuenta antes se ahorra el trabajo.
bueno… cada quién con sus margaritas.