La confesión

Ana me dijo hace poco que no era feliz. Ana tiene un matrimonio largo, lleva casi 16 años con el marido, pero dice que ya no es feliz. Me cuenta que sabe que Vicente es bueno pero que ya acostarse con él, más que rutina, es tedio. Vicente -me dice- no ha cambiado nada, sigue... Continue Reading →

Hora de la ceniza

Hay poemas que no se deben leer estando tristes so pena de catarsis. Este es uno de ellos. Finaliza septiembre. Es hora de decirtelo difícil que ha sido no morir.Por ejemplo, esta tardetengo en las manos griseslibros hermosos que no entiendo,no podría cantar aunque ha cesado ya la lluviay me cae sin motivo el recuerdodel... Continue Reading →

Karma

Dice mi nieta, que es la única en la casa que me presta alguna atención, que nosotros los viejos tenemos que cuidarnos porque el “karma” del mañana puede volverse contra uno. Ahora le ha dado por las cosas esotéricas y lleva siempre en el cuello colgalejos con piedras raras. Ya ha tratado varias veces de... Continue Reading →

El monumento a los zapatos

Durante el último año de la Segunda Guerra Mundial, en Hungría, miles de judíos del gueto de Budapest fueron arrojados al Danubio. Eran obligados a descalzarse, quitarse la ropa y después los ataban en fila. Los guardias disparaban a la cabeza de par de ellos y luego los empujaban a las aguas frías. Los que... Continue Reading →

El Olivo de Platón

El tatarabuelo de los árboles (o al menos uno de ellos) se encuentra en el jardín de la Academia de Atenas, esa institución que fundó Platón en el siglo IV a.C. Se cree que este olivo tiene más de 2.400 años de edad, lo que implica que ya estaba creciendo cuando Platón caminaba por ahí.... Continue Reading →

Ahora que el amor

Ahora que el amor es una extraña costumbre, extinta especie de la que hablan documentos antiguos, y se censura el oficio desusado de la entrega; ahora que el vientre olvidó engendrar hijos, y el tobillo su gracia y el pezón su promesa feliz de miel y esencia; ahora que la carne se anuda y se desnuda, anda y revolotea sobre la carne buena sin dejar perfumes, semilla, batallas victoriosas, y recogiendo en cambio redondas cosechas; ahora que es vedada la ternura, modalidad perdida de las abuelas, que extravió la caricia su avena generosa; ahora que la piel de las paredes se palpan varón y mujer sin alcanzar el mirto, la brasa estremecida, ardo sencillamente, encinta y embriagada. Rescato la palabra primera del útero, y clásica y extravagante emprendo la tarea de despojarme. Y amo. Ana Istarú

La hierba seca no huele a alcohol

…y hay locuras de allá donde el cuerdo no alcanza locuras de otro color.SR. A dos cuadras de mi casa se encuentra el único hospital psiquiátrico de la ciudad. No es un hospital grande y tiene sus muros pintados con un tono verdeamarillo que recuerda la hierba seca que se comen las vacas. Mi tía, que es... Continue Reading →

SMS

Estuve par de meses sin entrar a la casa antes de las 8 de la noche: el trabajo, el transporte, la distancia… Por x o por y, las luces de mi terraza sólo se prendían después del noticiero. Antes, solían esperarme inquietas, irradiando luz. Como uno de esos cocuyos que sirven de guía cuando la... Continue Reading →

Volver

Volver a escribir, así, como quien no quiere la cosa. Volver a escribir porque alguien dijo que te extrañaba y tú hace meses no tocabas un teclado para otra cosa que fuera trabajar. Volver a escribir, por primera vez desde la felicidad y no desde la nostalgia. Alguien me advirtió una vez que cuando se... Continue Reading →

La última tarde

Hoy era la última tarde. Usted no paraba de hablar -lo hubiese matado- y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos en la parada del autobús. Ni un sólo beso.

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