La cleptómana

cucharitas

Antes de conocer a la escritora Luisa Sofovich (quien más adelante se convertiría en su esposa), Ramón Gómez de la Serna estaba enamorado de una mujer hermosa. Según cuenta en sus memorias:

Era poderosa y aristocrática, pero tenía la obsesión de las cucharillas.
Es esa una cleptomanía corriente sobre todo en los palacios reales, y por eso hubo reyes que cambiaron las de oro por otras de similor, para evitar que se llevasen tan costoso «recuerdo de S. M.»

Poseía cucharillas de los mejores hoteles del mundo, de las casas más nobles —con el escudo en el agarradero—, y hasta algunas arrancadas a las colecciones napoleónicas.

Un día, sin poder resistir mi curiosidad, le pregunté qué se proponía almacenando tantas cucharillas.
Entonces la cleptómana me dijo en voz baja:
—Vengarme del mundo . . . Dejarlo sin una cucharilla . . . Que muevan el café con tenedor.

13 comentarios sobre “La cleptómana

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  1. Me gustó mucho la historia que has narrado; pero debo sincerarme: en un primer momento, por el título y la imagen, pensé en un capítulo de Breaking Bad, donde uno de los personajes femeninos es, precisamente, cleptómano, y que se roba una cucharilla de una colección. Perdón por la digresión, pero me causó gracia la relación.
    Cariños.

  2. Yo tengo una curiosidad, ¿tú eres de las que tras remover el azúcar del café pegas un lenguetazo a la cuchara?, porque de ser así te robo todas y me ofrezco a menear el azuquitar con un dedo, aunque queme.

        1. jaja, Mar, es que hace mil años que no como frichuelo….ya mi hermano te tiene hasta los ingredientes listos pa esperarte con la cocina abierta, jaja dice que los míos no quedan buenos…jeje

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