Hacía ya un tiempo que no soñaba… ya no se me dibujaban en la memoria cuerpos desnudos y no me despertaba con esa urgencia que hace cruzar las piernas. Ya los contornos lúdicos no se me aparecían en espejismos. Y estaba triste. De alguna manera María se las había arreglado para esconderse y desaparecer de mis fantasías.
Ayer, afortunadamente, reapareció… venía arrastrando consigo uno de esos intrumentos grandes que siempre he considerado hechos para disculpas; lo envolvió con su cuerpo (siempre desnudo) y comenzó a interpretar una de las más bellas melodías que jamás había escuchado.
Me levanté con lágrimas en los ojos y el cuerpo vibrándome de deseo. Por un instante fui yo el violonchelo y unas manos suaves… casi con miedo, arrancaron de mi cuerpo las notas de la alegría.

Pitufa, el día que lo leí traté de dejarte comentico pero no hubo manera que wordpress me dejara. Esto está súper genial!!!!!!!!! Me gustó mucho-muy, como dirías tú. Luego te cuento un chisme, para que te rías… sigue soñando, que es bueno. Te quiero.
Bueno Tunie, espero que no te de a ti también por sueños raros 😛
Bellisimo. Gracias te seguiré. Un abrazo
Gracias a ti por la visita… y bienvenido al pedacito.
Es un placer. 🙂