Aprendí a perdonar el día en que le disparé a la cara la ráfaga de rencores que vivían en mi garganta y, en vez de palabras, le brotaron lágrimas.
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Aprendí a perdonar el día en que le disparé a la cara la ráfaga de rencores que vivían en mi garganta y, en vez de palabras, le brotaron lágrimas.
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