Sucede que a veces la vida te sorprende y aquello que perdiste una vez, que ya no esperabas encontrar, se aparece frente a ti mientras el humo del cigarro esconde el cómo de tus pupilas.
Entonces, por supuesto, comienzas a preguntarte si “eso” es posible. Y lo tocas, y lo analizas. Te lo llevas con terror a la boca esperando que el sabor no sea el mismo y, mientras lo muerdes, cuando lo chupas, rememoras cómo sabía cuando aún no lo habías perdido.
Reencontrarse con la inocencia tiene con esta historia un leve parecido.
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