Mi fetiche con las maquinas de escribir duró hasta que conocí a Erika. Con ella cerré el ciclo.
Nos amamos.
Un amor que no cree en barreras de lenguaje ni en escasez de papel A4.
Yo la toco y ella me dibuja en papiros símbolos extraños.
Búlgaro antiguo, decretó un mecánico.
Magia con palabras raras.
Deja un comentario