Peregrino

Luis Cernuda tiene un poema agridulce sobre la dicotomía del que emigra. Su primer verso comienza con “Volver”, una palabra muy poética que, no obstante, puede tener significados muy distintos dependiendo de a quién se le pregunte.

Para quien tiene a quién —o a qué— regresar, la palabra implica felicidad: una especie de saudade a la que el que vuelve se abraza. Para quien no, encierra tristeza, rabia o simplemente una forma de olvido (y sí, este puede ser selectivo).

El Luis lo explica mejor cuando lo escribe.


¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.
Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

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