Sexo débil ni sexo débil…

Ilustración: Néstor Blanco Cuando era niña, recuerdo que pensé en más de una ocasión que quería ser varón. No me gustaba andar en vestidos —es imposible subir a los árboles con vuelos en las rodillas— y odiaba que me dijeran “las niñas no juegan a la pelota”. Con lo buena que era yo con un... Leer más →

El poema ciego

La verdad es que, desde hace ya algún tiempo, quiero escribir un poema. Uno triste, doloroso. Que hable de ojos azules que se convierten en mar o de ojos verdes que esconden selvas. También se aceptan versos de ojos negros. Palabras con ojos que acosen a sus víctimas antes de matarlas. Que absorban la luz... Leer más →

Welcome back

Sucede que el tiempo, de vez en cuando, sí que regresa. Y desde el mismo punto en el que le diste pausa, comienza de nuevo, como si nunca se hubiera detenido. Con los amigos y la distancia tiene un acuerdo, cuando la segunda se acorta, pone un rewind al casette (de esos con cinta) y... Leer más →

Permiso, aquí me bajo

Se deja de escribir cuando el mundo comienza a girar y uno es el que no se mueve. Cuando las vueltas te cierran los ojos y el viento -ese mismo que antes te levantaba la falda para regalarte silbidos- te desata los cordones. Y te caes, por supuesto, y la calle te desangra los tobillos.... Leer más →

Él nunca supo

Íbamos de las manos, agarrados. Como aquellos niños de primaria a los que se les obliga a caminar de a dos. La suya sudaba, con la humedad dulce de quien corre para ver el sol. La mía tembló…

Leer tiene swing

¿Quién sabe qué ha pasado con los libros? Antes uno salía a la calle y al menos en las paradas o en las colas (las interminables colas cubanas) se encontraba con un ejemplar siendo leído. La excusa perfecta para conversar, decía mi padre, y yo salía con uno de ellos en la mochila “por si... Leer más →

Cuando te cierran la boca

Se puede ir por el mundo hablando basura de los poetas hasta que se encuentran poemas como este. Luego es necesario callar. Y agraceder. Y compartir. Me importaban un carajo las mareas, el aire que respiras y ese montón de hormigas que pisas al mirarme. (A mí lo que me importan son tus piernas, el... Leer más →

Lección de vida

Aprendí a perdonar el día en que le disparé a la cara la ráfaga de rencores que vivían en mi garganta y, en vez de palabras, le brotaron lágrimas.

Recursividad

Él me llama, no por el nombre sino por el cariño. Y me agarra la cara con las dos manos y me susurra “te quiero”. No se da cuenta de que tengo miedo...

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