Errante y desnuda atravieso los campos de caña brava. Las hormigas recorren su camino atravesando mi cuerpo y de mis cabellos, ya escasos, mudos pájaros cantores crean nidos multicolores. Las espinas de las zarzas, como liliputienses con armas, me desgarran la piel y los surcos de tierra mojada (que alguna vez manos de hombres cavaron entre las piedras) se vuelven mi refugio. Los senos blancos destellan al sol y las caderas redondas invitan a las mariposas a descubrir flores rojas mientras la frescura del rocío me empapa los labios.
Esta mañana, cuando desperté, me sacudió la primavera.
es como un eterno retorno a la tierra de la infancia, así me siento despues de leerte…
gracias Carlos… espero que no te pierdas en los recuerdos. Un beso.
A mí precisamente a la infancia no me haces retornar, porque mi mente es sucia y depravada 😀
Por cierto, a ver dónde te metes porque yo estoy abajo, en los pies, y las hormigas lo primero que comen es lo que tienen más a mano.
Besos.
Vale señor D, perometo no pisar muchos hormigueros.
Ahm, que es meterme donde no me llaman, pero con el pelo liso estás mucho más preciosa, difícil, pero es así 🙂
Míster… es que me pelé… hay que cambiar de vez en cuando 🙂
No obstante, tendré en cuenta su opinión.
Leyéndote, entiendo por qué enmudecieron esos pájaros cantores. También yo dejaría de cantar.
de cantar puedes.. pero no de escribir.
sensual y hermoso, bello post…
Gracias 🙂
De nada, digno de ti….