Ella tenía los ojos peligrosos y la boca escondida; él tenía las manos frías. La calle vacía, como aquella canción de Sabina, les regaló las luces de las farolas.
Yo los vi caminar a través del mar, imitando la estela bíblica de Jesucristo. La luna les dibujó el camino hasta las estrellas y los pies descalzos desplazaron las olas hasta la orilla. Fue un hermoso espejismo entre las tinieblas… hasta que vino la lluvia y les disolvió el destino.

«Hey!!! estás haciendo trampa» 😉
pq??
«Si escribes sobre Sabina tendrás un millón de clicks»….. sólo te estoy parafraseando con algunos comentarios que me dejaste algunos post atrás, nada, que dicen los postmodernos que se llama intertextualidad, pero yo no les creo…jeje
niño… mira que tienes memoria!!! Nada… Touché.
😉
Casi mejor, el sol da calor, mucho incluso, pero por el camino hace frío.
Fantástico. Llega a lo personal dejando todo concepto atrás. Prosa poética e imagen al tono.
Felicitaciones.
Gracias Borgeano… se intenta al menos. Un beso.