
Los caminantes de aquel desierto contaban siete dunas en el camino. Eran pequeñas elevaciones que interrumpían el trayecto y que, de vez en cuando, en las tormentas de arena, les servían de refugio.
Muchos se perdieron en el paisaje… fueron pocos los sobrevivientes.
Críptico. Yo también quedé perdido, Mar, y sin ver el paisaje.
Pues qué bella muerte, caramba… Mejor que la muerte de los justos, vea…