Yo quiero una carta, una carta de verdad. Una de esas que reparte el correo con tu nombre y que desliza, como en las películas viejas, por la rendija de la puerta o la ventana que siempre está abierta. Nunca he recibido oficialmente una, no tengo recuerdos de sobres con matasellos. Sin embargo, confieso que me he imaginado más de una vez la entrega:
Yo, de pie ante la puerta, acabada de llegar del trabajo, dejo caer todos los bultos en el butacón beige de la sala mientras con premura me quito los zapatos que me han torturado todo el día. Entonces, ya descalza, con la certeza de quien se sabe en casa, una voz excitada (a mi madre siempre le han gustado las sorpresas) me anuncia triunfante:
-Has recibido una carta.
Y yo, que nunca he sido buena reaccionando, que la emoción tiende a paralizarme el cuerpo, no atino a decir ni una palabra. Le arranco de sus manos mi pequeño tesoro y corro. Corro como si de la carrera dependiese mi vida.
Me encierro en mi cuarto y despacito, emulando la parsimonia de los budistas, voy despegando con un alfiler la goma que detiene mis latidos.
Al final, viene un poema, unos versos trazados con tinta azul. La letra, desordenada, es casi un charquito de palabras… yo me pierdo en ellas.
Cuando amanece, por mis pupilas, en vez de letras, surcan estrellas.

Me das tu dirección y te enviaré una 😉
done!
Yo una carta no, me cargo el buzón entero y voy con él a verte 😀
Pues será más que bienvenido 🙂
PD: si en el buzón viene Nutella le toca un abrazo extra.
El buzón está hecho de nutella 🙂
De dos sabores, es más, no tiene aperturas, para sacar las cartas hay que comerse el buzón antes.
A tus pies, pero eso sobra, si con mirar abajo lo ves.
Realmente también he sentido el deseo de recibir UNA CARTA.
Recuerdo, muy de pequeño, ver a mi padre leyendo mis abuelo la carta que otro hermano, emigrante a Cuba, le escribía todos los meses.
Recuerdo el comienzo, que siempre era el mismo: «Espero que al recibo de la presente se encuentren tan bien como yo…»
Un abrazo, Mar
Recibir una carta de alguien que te aprecie y se preocupe debe ser algo maravilloso… enhorabuena a tu papá.
Gracias por venir. Pongo a calentar en café.
De mi quema de recuerdos (cosas mías) se salvaron sólo algunas cartas. Lo hicieron solas: reptaron por las paredes de la caja, a hurtadillas volvieron al fondo del cajón de mi escritorio y siguen ahí. Demasiado amor recibido para reducirlo a ceniza.
Yo las guardo… en libros, en cajas de zapatos.
No soy muy dada a destruir recuerdos.
Querida Mar:
Me ha gustado mucho tu blog, y muy especialmente esta entrada, pues no solo escribo mis libros a mano, en pluma fuente, sino que guardo la costumbre de cartearme con algunas personas. Nada como una letra manuscrita. Su historia, libre, como dices en algún poema, del depredador del pasado. Me felicito por encontrar este blog, y te felicito por hacerlo posible.
Un abrazo en la distancia,
JAG
Gracias a ti por la visita Jerónimo, siempre son bievenidos los nuevos navegantes.
Espero verte nuevamente por estas olas.
Saludos,
Mar
Claro, Mar, con toda seguridad me tendrás de nuevo por aquí. Sigo tu blog, así que estaré al tanto de tus olas.
Un abrazo,
JAG