Hipotecar, jamás

Aceptarme, así, toda yo. Aceptarme. Y saber que me equivoco pero también me levanto, y no me importa en la caída destrozarme las rodillas.

Yo soy -y me doy- justamente como ves; sin trampas en las esquinas o escondidas mañas de manipulación. No te engaño cuando me confieso. A veces exagero, es cierto, pero nunca me arrepiento de mis palabras. Y si soy como soy (un poco atolondrada), es porque el tiempo ha construido mis caderas a prueba de balas ¿qué digo mis caderas?, mi corazón. A él solo han llegado pocos disparos.
No, no soy mala -al menos no como todos creen- y muchas veces, incluso, suelo ser ingenua. Tampoco es mentira que en ocasiones me finjo idiota.

Tengo huesos delgados, siempre estoy llena de esguinces y me gustan los deportes. Soy leal, entendiéndose por lealtad la fidelidad a mis principios. Y cuando quiero, quiero. Sin tapujos ni escrupulosas manías. Me gustan la música, los chocolates y los libros. Me pierdo en una buena conversación y cada año sufro la ausencia de mis amigos; todo el que suelo querer se va (es casi una ley)… y yo no me adapto todavía.

No soy, ni seré nunca “la mujer de alguien”, seré la compañera. Tampoco me volveré ordenada de la noche a la mañana. Pero preguntaré, eso sí, si no alcanza la alegría. Y si un día los besos se me acaban, regalaré poemas.

En el fondo, o quizás no tan en el fondo, soy una idealista. Y aunque me ponga la máscara de mujer adulta y responsable, me duelen las traiciones como a cualquier niña… pero que tire la primera piedra el que esté libre de pecado.

Como canta Rubén Blades en su magnífica canción Para’o:

Hay quien ve la luz al final de su túnel / y construye un nuevo túnel, pa´ no ver,
y se queda entre lo oscuro, y se consume, / lamentando lo que nunca llegó a ser.
Yo no fui el mejor ejemplo y te lo admito, / fácil es juzgar la noche al otro día;
pero fui sincero y eso sí lo grito: / ¡que yo nunca he hipotecado al alma mía!

12 comentarios sobre “Hipotecar, jamás

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  1. Buen principio, aceptarnos, se requiere un punto de partida, la aceptación se vuelve el faro que nos ilumina en los días de tormenta.

    Hace algún tiempo que comencé el proceso de aceptación personal y aún sigo en ello, tal vez se debe a que cada día, algo cambia.

    Abracitos

  2. Me encanta esa confesión/manifesto, en un mundo donde la mayoría es auto ilusión, trampa y falta de respeto, la tuya es una sinfonía sincera y equilibrada.

  3. Ya sabes, ya te lo digo por todas partes y por todas las vías a mi alcance. Eres tremenda buenosa, lo que con una reputación de malosa que cuidar 😉 y te quiero por sincera. Eres una de los seres más visceralmente sinceros que conozco. Estoy orgullosa de mí por ser tu amiga.

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