Los justos

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez. El ceramista que premedita un color y una forma. Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal... Leer más →

Peregrino

Luis Cernuda tiene un poema agridulce sobre la dicotomía del que emigra. Su primer verso comienza con “Volver”, una palabra muy poética que, no obstante, puede tener significados muy distintos dependiendo de a quién se le pregunte. Para quien tiene a quién —o a qué— regresar, la palabra implica felicidad: una especie de saudade a... Leer más →

Hora de la ceniza

Hay poemas que no se deben leer estando tristes so pena de catarsis. Este es uno de ellos. Finaliza septiembre. Es hora de decirte lo difícil que ha sido no morir. Por ejemplo, esta tarde tengo en las manos grises libros hermosos que no entiendo, no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia y... Leer más →

La última tarde

Hoy era la última tarde. Usted no paraba de hablar -lo hubiese matado- y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos en la parada del autobús. Ni un sólo beso.

Súplica

Cárgame, te dije anoche. Llévame contigo. Hazme un nudo en la corbata azul de las reuniones y prende mi cabecita loca con el alfiler. Cóseme al bajo de tu pantalón de lana. Pégame al borde de tu maletín de piel. Llámame pajarita, y puta. Miénteme. Dime que esta noche te quedarás.

Leo lo que escribí de ti y de mí

Leo lo que escribí de ti y de mí en esos días de tanta lluvia, con Bach y los naranjos de contertulios ante el fuego y los catarros, las pupas, las mutuas manías, advirtiéndonos de aquella bomba colgada del tiesto de las glicinas que oscilaba sobre nuestras cabezas sin llegar a caer, contenida por el... Leer más →

Lo que dejé por ti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de la vida. Dejé un temblor, dejé una sacudida, un resplandor de fuegos no apagados, dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la despedida...

Ya no, Idea

Y pasa que hay poemas cíclicos, que una vez no pudiste leer sin soltar las lágrimas y de pronto un día reaparecen y entonces, más calmada, te los apropias, les das el abrazo que no lograste antes y los dejas ir, así, como si fuera el amigo aquel al que despediste allá, en el aeropuerto... Leer más →

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados. Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida... Leer más →

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