Volver a escribir, así, como quien no quiere la cosa. Volver a escribir porque alguien dijo que te extrañaba y tú hace meses no tocabas un teclado para otra cosa que fuera trabajar. Volver a escribir, por primera vez desde la felicidad y no desde la nostalgia.
Alguien me advirtió una vez que cuando se es feliz se escribe menos y se vive más. Tenía razón. Seríamos huérfanos de literatura si dependiéramos sólo de las personas felices.
No obstante, y a pesar de la alegría, estoy de vuelta. Quizás las historias de Ann y María sean ahora menos trágicas pero prometo llenarlas de color.
Bienvenido sea tu regreso y que felices letras, cual notas, llenen de música este espacio 🙂
Esta vez comenzando con los cuentos
Gusta escribir desde esa parte de felicidad que refieres, aunq también es verdad lo que añades, que la literatura en gran parte remanece del inconformismo o conflicto interno.
Igual y creo que una buena parte de escribir es sentarse a hacerlo. Y yo tengo una veta de vagancia que no me suelta.