Mi querido Odiseo:

Hoy, rebuscando versos para el miércoles, descubrí a Claribel Alegría. La nicaragüense de 1924 (he de admitirlo) me cautivó. Ha publicado una veintena de libros de poesía y narrativa así como muchos testimonios históricos.  En 1978 obtuvo el premio Casa de las Américas por Sobrevivo, y en el año 2000, el Premio de Poesía de Autores Independientes. De su obra, se destacan además, Anillo de Silencio», «Vigilias», «Umbrales», «Fuga de Canto Grande», «La mujer del río» y su última producción, «Saudade».

Yo, a decir verdad, me enamoré de ella con este poema…

Carta a un desterrado

Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde estas.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.

Tu discreta Penélope.

 

15 respuestas a “Mi querido Odiseo:

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  1. Todo estaba en regla:
    me ausenté los años necesarios;
    afronté cíclopes y cantos de sirena, regresé y me reconoció el viejo y fiel perro.
    Pero tú, oh ingrata, tú, que no has leído a Homero,
    ni una puntada diste siquiera sobre el tapiz; y ahora te encuentro cargada de hijos (medios hermanos de mi Telémaco)
    llorando porque acaba de dejarte
    el primer pretendiente que llegó a tu puerta no bien hube partido hacia Troya.

  2. Según Manfredi en «La Conjura de las Reinas» todas se aburrieron de esperar. Al menos Odiseo se perdió y se salvo se sufrir la suerte de Agamenón o Diómedes.

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